Durante las últimas semanas se ha relevado la intención y expectativa de siembra de cara a una nueva campaña de trigo a iniciarse en los primeros días del mes de mayo. Si bien el escenario bajo el cual se va a desarrollar la próxima campaña 2020/21 presenta importantes fuentes de incertidumbre, los resultados preliminares del relevamiento indicaron una posibilidad de expansión del 1,5 % del área respecto a las 6.600.000 ha implantadas durante el ciclo previo, traccionada por un escenario de perspectivas climáticas predominantemente favorables durante la ventana de siembra y por los incentivos económicos dados por una mejora en la relación insumo-producto. No obstante, se han manifestado preocupaciones en torno a la situación económica, los mercados internacionales, y las políticas agropecuarias en Argentina. Recordemos que la participación del trigo en sistemas productivos se encuentra en planteos de doble cultivo, en rotaciones con leguminosas, o como cultivo de servicio (cobertura, control de malezas).
Bajo este panorama, la superficie destinada a la siembra del cereal ascendería a 6.700.000 hectáreas durante el ciclo 2020/21, un área que superaría en 19,6 % al promedio de superficie de las últimas 5 campañas.
Esta estimación queda sujeta principalmente a la ocurrencia de lluvias que permitan disponer de humedad superficial para asegurar una correcta implantación.
El próximo 5 de mayo durante el Lanzamiento de Campaña Fina de la Bolsa de Cereales, se completará el análisis con las estimaciones de producción, exportaciones y producto bruto, tanto para trigo como para cebada.Estimación del Área
Tal como se ha mencionado anteriormente, los registros de precampaña de trigo de las últimas cinco semanas arrojan una mayor intención, con un elevado grado de incertidumbre sobre las decisiones que parece aclararse a medida que nos acercamos al inicio de la ventana de siembra.
En el norte del país, a pesar de que el relevamiento inicial arrojaba una fuerte indecisión de siembra por la falta de humedad en el perfil, luego de las lluvias acumuladas desde fines de marzo a la fecha, las expectativas fueron mejorando, marcando una clara tendencia hacia mantener el área del ciclo previo e incluso registrar leves expansiones de superficie en sectores aislados de la región.
Por su parte, en el centro del área agrícola, la intención continúa oscilando entre leves aumentos y caídas, condicionadas a la oferta hídrica que se registra en cada zona en particular. Sin embargo, aún restan varias semanas para el inicio de la siembra y según nuestros pronósticos climáticos de mediano y largo plazo hay probabilidades de transitar la ventana de siembra con una buena oferta hídrica tanto superficial como subsuperficial. Bajo este contexto, el escenario más probable es registrar leves incrementos regionales de superficie, aprovechando las favorables condiciones climáticas y apalancados por una buena relación insumoproducto. No obstante, la incertidumbre económica también ejerce presión a la hora de la decisión de siembra y es por este motivo que no se prevén grandes expansiones de área.
En cuanto al sur del área agrícola, el grueso de la actividad de siembra se espera para fines de junio – principios de julio. En esta región, hay una clara tendencia por mantener el área destinada a cultivos de invierno, sin embargo, se prevé una leve expansión del área de trigo en detrimento de cebada. Esta última tendencia es más clara en regiones como el sudoeste de Buenos Aires, en donde las alternativas de siembra para cultivos de verano son muy limitadas debido al clima seco y al acotado periodo libre de heladas. Escenario climático
En las últimas semanas se han dado eventos de precipitaciones moderadas que han reestablecido al menos parcialmente la humedad en el perfil, dando lugar a un punto de partida favorable para la implantación del cereal.
En el pronóstico estacional, la perspectiva para el otoño 2020 muestra lluvias variables tanto en frecuencia como en distribución, de moderadas a abundantes hacia el centro y este del área agrícola y moderadas a escasas hacia el sudoeste, y más focalizadas en el norte del país durante el mes de mayo, las cuales resultarían oportunas para el inicio de la ventana de siembra en esa región. Por otro lado, las temperaturas irán en descenso, incrementando el riesgo de heladas hacia los meses de mayo y junio.
Para el invierno 2020 se reactivarían las precipitaciones, siendo moderadamente abundantes en la mayor parte del área, a excepción del centro oeste del país, con irrupciones de masas de aire polar que se extenderían hasta septiembre.
En la primavera 2020 el régimen se movería dentro del rango normal, aunque conservando rasgos de inestabilidad, con precipitaciones abundantes sobre el centro y este de la región agrícola y con temperaturas nuevamente en ascenso, aunque con irrupciones de aire polar tardías hasta noviembre.
Finalmente, hacia comienzos del verano se prevén precipitaciones abundantes, no excesivas. De todas formas, a esa altura ya estaremos transitando la cosecha, con lo cual la ocurrencia de lluvias podría demorar el progreso de las labores de recolección.
En conclusión, si bien las perspectivas se mueven próximas a los promedios históricos, planteando un escenario en el que se lograría una correcta implantación seguido por una temporada de lluvias adecuadas y temperaturas favorables para el desarrollo del cultivo, se debe prestar atención a las perturbaciones localizadas hacia el sudoeste de la región, donde la merma de precipitaciones podría condicionar la campaña.Escenario Económico
Al momento de analizar el escenario de precios bajo el cual se desarrollará la próxima campaña 2020/21, debe destacarse que el mundo se encuentra ante un momento de incertidumbre pocas veces visto.
El avance del coronavirus y las medidas adoptadas por los países para aplanar la curva de contagio han provocado una crisis económica que ya puede considerarse como la más importante desde la Segunda Guerra Mundial. La caída estimada de 3% en el PBI mundial tiene un impacto en la demanda de productos agroalimentarios y los precios internacionales. A esto se suma el derrumbe del precio del petróleo y, por tanto, de la demanda de granos y aceites vegetales para la producción de biocombustibles.
Como puede apreciarse en el siguiente gráfico, el trigo es el cultivo con la menor caída en su cotización desde que comenzó la pandemia, sosteniéndose ante el pronunciado retroceso en los precios de soja y maíz, y mostrando incluso un aumento en las últimas jornadas.
Entre las explicaciones, puede mencionarse, en primer lugar, un aumento en la demanda debido a una recomposición de las dietas ante la caída de los ingresos en los países en desarrollo, que se vuelcan al consumo de cereales. La profundidad de este movimiento dependerá de la duración de la presente crisis. En segundo lugar, la relativa independencia de lo que sucede en los mercados energéticos, debido a que el trigo es un cultivo que no se utiliza a gran escala en la elaboración de biocombustibles. En tercer lugar, al ser un producto de consumo humano directo y muy importante en las dietas de la mayor parte de los países del mundo, los países se ven tentados ante situaciones de incertidumbre como la que vivimos a tomar medidas restrictivas para el comercio internacional, que terminan impactando en los precios.
En el último mes, Kazajstán ha prohibido las exportaciones de harina de trigo siendo uno de los principales exportadores. Rusia ha comunicado que el cupo exportable de 7 millones de toneladas dispuesto para abril/junio (incluye trigo, maíz, cebada y centeno) podría agotarse a mediados de mayo, dado el rápido avance de las exportaciones, que ya suman 2,8 millones de toneladas. Desde el lado de la demanda, algunos importadores clave de trigo, incluidos Argelia, Egipto y Turquía, han publicado nuevas licitaciones, y Marruecos ha suspendido los aranceles de importación al cereal hasta mediados de junio.
Sin estimaciones para la producción mundial de la campaña 2020/21, la campaña 2019/20 de trigo alcanzó un récord histórico, con un nuevo incremento de los stocks globales, de acuerdo a datos del USDA. De todas maneras, debe mencionarse que China posee más de la mitad de esos stocks, y cuando se quita a este país del análisis la relación stock/consumo a nivel mundial se encuentra algo por debajo del promedio de los últimos 5 años, indicando un balance con menor capacidad de respuesta ante posibles problemas de oferta en alguno de los principales productores del mundo, en relación a los otros granos.
En el plano local, es importante prestar atención tanto a los precios del cultivo, como a los costos que perciben los productores. En este nuevo ciclo, los precios del trigo se ubican un 1% por debajo de la campaña anterior, para el total del período de precampaña (marzo-abril-mayo). Sin embargo, se mantienen por encima del promedio de las últimas 5 campañas. En línea con los movimientos descriptos anteriormente, al final de esta publicación la cotización enero 2021 ya alcanzó los USD 174 la tonelada en MATba-Rofex.
En este marco de menores precios recibidos por el productor, la disminución del costo de ciertos insumos claves otorga una relación insumo-producto más favorable para el trigo, en comparación a las campañas previas, como puede apreciarse en el siguiente gráfico. Dentro de los herbicidas, se registró una disminución del 5%. Por el lado de los fertilizantes, tanto la urea como el fosfato diamónico mostraron caídas en sus precios del 7% y 16%, respectivamente. Mientras que el gas oil asentó una disminución del 11%, respecto a los valores observados en la misma fecha del año pasado. De esta manera, el trigo en combinación con soja de segunda se presenta como una de las opciones más competitivas para la campaña 2020/21.Todavía restan transitar algunas semanas para el inicio de la ventana de siembra y el escenario se presenta con fuentes de incertidumbre muy importantes. Durante los próximos días se continuará monitoreando la situación de los mercados internacional y doméstico, para presentar una actualización del escenario el próximo 5 de mayo durante nuestro Congreso Lanzamiento de Campaña Fina, con detalles para cada una de las regiones productivas del país.