Como ocurre casi en forma sistemática en los últimos 20 años, el Gobierno nacional vuelve a necesitar de la contribución del agro para recuperar su alicaído nivel de reservas en el Banco Central.
La estrategia ha sido variada: desde la suba de retenciones hasta acuerdos con exportadores para la liquidación anticipada de ventas al exterior. Todas han sido aplicadas y con resultados de corto plazo. Ahora, la estrategia oficial iría por el lado de los incentivos: buscar que el productor se desprenda de lo que le queda de soja y de maíz a cambio de una rebaja temporal de las retenciones. El interrogante es saber si inducir a ese comportamiento, en un contexto de falta de confianza en el rumbo económico, tendrá los resultados que espera el Gobierno.
Por lo pronto, el endurecimiento de las restricciones impuestas en el mercado cambiario terminó por darles la razón a los productores que decidieron retener los granos como resguardo de valor. Esta determinación viene impactando en la generación de divisas del complejo oleaginoso, cuyo nivel de actividad se ha reducido de manera considerable en lo que va del año.
En agosto, la molienda de soja –de donde el Gobierno obtiene por la exportación de harinas y aceites casi el 30 por ciento de dólares– cayó 20 por ciento respecto de igual mes del año anterior. Cuando se toma el año comercial de la actual campaña, que comenzó en abril, el desempeño también es negativo. La industria procesadora de soja molió en los últimos cinco meses 18.765.698 toneladas, lo que representa una caída del 12 por ciento en relación con 2019. El peor nivel de actividad, en períodos de cosecha normal, de los últimos nueve años.
Desde las aceiteras, identifican este proceso de márgenes negativos para el crushing en la alta carga tributaria, en el menor flujo de granos y en la volatilidad presente en el mercado cambiario.
Resguardo
Bajo estas circunstancias, atesorar los granos aparece como la opción que tienen los productores, frente a la imposibilidad de tomar otras opciones de inversión financiera.
Según el analista económico Salvador Di Stefano, la relación entre el valor de la soja y la posibilidad de que el productor pueda ahorrar en dólares se ha deteriorado de manera significativa en lo que va del año. De acuerdo con sus números, el 10 de diciembre pasado la soja tenía un valor FOB oficial de 250 dólares por tonelada, que, con un tipo de cambio oficial de 59,96 pesos por dólar, se traducía en 14.990 pesos la tonelada. Si en ese momento la intención del productor era transformar esos pesos en dólares, como alternativa de ahorro, podía comprar el dólar Bolsa a un valor de 72,79 pesos, lo que le generaba 206 dólares billetes por tonelada.
Nueve meses después, la soja ha perdido poder de compra frente a la moneda estadounidense. En septiembre, la oleaginosa cerró a un FOB oficial de 275 dólares la tonelada, 10 por ciento más que en diciembre pasado, que liquidada a un dólar oficial de 76,11 pesos se traduce en un valor doméstico de 20.930 pesos. Si la decisión del productor es comprar dólar Bolsa para ahorrar, a un valor de 138,8 pesos por cada billete estadounidense, va a obtener 150,8 dólares. Equivale a un 36 por ciento menos que hace nueve meses, lo que lleva al productor, al menos por ahora, a conservar los porotos. (Agrovoz)

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