La decisión del Gobierno nacional de suspender su participación en las negociaciones externas del Mercosur le puede costar muy caro al país en términos de oportunidades futuras perdidas.
En especial para el sector agroindustrial y alimentario exportador. En este caso se trataba de acuerdos de libre comercio con Canadá, India, Líbano y Singapur.
Hay que destacar que la Argentina forma parte del reducido grupo del Club Cinco, que son países que pueden generar saldos exportables crecientes de alimentos.
La política exterior del Gobierno, en este sentido, confunde entre participar de una negociación con abrir el mercado ya. No se está abriendo el mercado ahora; lo que se está haciendo es comenzar con la negociación de los tratados.
Este tipo de convenios no son de aplicación inmediata ya que demoran mucho tiempo en implementarse y siempre existe el derecho a veto entre las partes.
El mundo no está cerrando sus fronteras a productos extranjeros; el comercio se desplomó por la caída del consumo, como consecuencia de las restricciones implementadas para frenar el avance del virus. Hoy no hay barcos que transporten petróleo, porque hay menos consumo y demanda. Tampoco hay aviones volando a Asia, porque no hay pasajeros.
Sin embargo, el comercio mundial de granos, aceites y subproductos, sigue operando con normalidad. Los puertos de nuestro país están trabajando en forma normal, ya que se trata de alimentos.
No se conoce ningún país que haya limitado el ingreso de alimentos en sus puertos de descarga.
Con esta decisión, el mundo está viendo cómo la Argentina se aísla del resto de la comunidad internacional y deja un mensaje preocupante para el futuro: no somos un país confiable y lo más grave, en forma conceptual, es que no asumimos ni aceptamos el rol de ser una de las principales potencias productoras y exportadoras de alimentos. Aquí es donde la Argentina debe buscar nuevas oportunidades perdidas.
En plena crisis económica mundial –la peor en la historia– y cuando el mundo va a necesitar alimentos, la Argentina se cierra a la posibilidad de negociar acuerdos de libre comercio que le permitirán en el futuro expandir sus exportaciones. Somos nosotros los que, con estas decisiones, limitamos el crecimiento de un sector que ha demostrado ser el más competitivo de nuestro país.
El comercio de productos agrícolas (trigo, maíz, soja, aceites y harinas) y de alimentos en general seguirá su curso como lo muestra la historia en los últimos 200 años. Y Argentina siempre se ha caracterizado por querer cambiar la historia. (Agrovoz)